Marruecos ya no sorprende: Olé

La noche se calentó en el estadio cuando Niger se quedó con diez jugadores tras la expulsión de Goumey Diori a los 25 minutos, en un partido aún sin goles. ¿Cómo aguantarían el ataque imparable de Marruecos?

Tres minutos después, el equipo local marcó el primer gol. Aunque la victoria por 1-0 le bastaba para clasificarse al Mundial del próximo año, los dirigidos por Walid Regragui no se relajaron. Niger sufrió con un marcador final de 5 a 0, que pudo haber sido incluso mayor debido a las 13 oportunidades de gol creadas.

La seguridad de Bounou en el arco y la jerarquía de Hakimi en el lateral derecho, junto a la solidez de la zaga Aguerd-Massina y la presencia dominante de Amrabat en el medio, demuestran que el equipo se arma desde atrás hacia adelante.

Este poder defensivo se traduce en agresividad ofensiva. El equipo presiona alto y busca recuperar rápido el balón. La verticalidad es clave, y si no es posible, la tenencia es la opción.

Marruecos, líder del grupo E con puntaje perfecto, ha recibido apenas dos goles en seis partidos de Eliminatorias. La presión colectiva es vital para frenar las contras, liderada por Amrabat y, si es necesario, cortando con faltas.

El 4-3-3 se adapta con extremos que se cierran, liberando los laterales para carreras profundas de Hakimi y Balammari.

La creatividad la aporta Brahim Díaz, el mediapunta del Real Madrid, figura con la 10 que disfruta de libertad de movimiento.

Quizás este conjunto necesite más creatividad en el medio (Ounahi es un indiscutido suplente) y algo más de jerarquía ofensiva. El Kaabi, con cuatro goles en las Eliminatorias a sus 32 años en el Olympiacos, refleja la falta de un delantero de élite.

Pese a todo, el sueño de Marruecos es grande: repetir y mejorar lo logrado en Qatar 2022, aspirando a un podio en 2026, y buscando ser campeón de la Copa África 2025.

Con experiencia, juventud y una mezcla de solidez y ambición, si Marruecos llega lejos en el Mundial, no será sorpresa.